Cinturon de seguridad
Hoy me siento un poco más viejo. Ayer fui al cementerio a ver enterrar la hija recién nacida de un compañero de colegio. Terrible. Ahora lo sé de verdad. Cuando fui a darle las condolencias a mi amigo, a pesar de que no nos vemos nunca nos abrazamos. Supe que fuiste papá, me dijo. Me destruyó. Sentí que toda la alegría por tener a los mellizos conmigo se estrellaba con la triste realidad de que mi amigo no tendría a su lado a su pequeña Sofía. Ahora entiendo más a mis padres, especialmente a mi madre. Incluso hoy la quiero más. Siempre me decía que yo y me hermano eramos el sentido de su vida. Yo pensaba para mis adentros que lata. Manejando de vuelta me puse cinturón de seguridad. No me quiero morir, pensé. Antes, en el fondo, si la muerte era indolora, me daba lo mismo que viniera a besarme. He vivido bien. Filmé varias películas, he tocado en vivo con mi grupo de rock, he viajado por 3 continentes, he hecho lo que he querido, he tenido el amor y he sufrido. Morir no sería grave. Ahora ya no. No quiero faltar. No es la vida la que tiene sentido. La vida es un sin sentido. Lo que tiene sentido es vivir para que a los chamacos no les falte nada. Ahora que tengo esa razón, me da miedo morir. Parece que estoy empezando a volverme paranóico e hipocondríaco. Por el cinturón de seguridad se empieza.